Érase una vez una silueta asexuada, un perfil sin rostro, una sombra azulada... Un día la crearon casi por accidente, sólo para ver qué se sentía... pero ahí siguió durante meses, sola, fría, sin poder relacionarse con nadie, ni círculos, ni enlaces con el exterior, ni recomendaciones... un huevo cerrado a sí mismo, viendo pasar a su alrededor muchos iguales que iban cobrando forma sin reparar en ella.
Carecía de personalidad, pero algo latía, y lo sabía. Así que gritó y gritó hasta que muchos semejantes se hicieron eco de su voz y llegaron hasta el otro lado. Allí, la mano creadora decidió darle una nueva oportunidad, y la fue llenando de vida, poco a poco, suspiro a suspiro.
Saludos, bienvenidas, ¡por fin una fecha de cumpleaños! De repente todo era poco. Su pasado, su presente, sus ideales, sus anhelos... Todos estaban allí, ¡todo estaba allí! Siempre había estado, pero nunca se había parado a asimilarlo, y mucho menos a compartirlo.
Su rostro cambiaba, pero no le importaba. Primero fue una mascota, luego un dibujo animado (¡su preferido!), hasta que por fin se decidió a mirarse en el espejo. Y entonces lo supo: nunca más estaría sola, porque había comenzado a comunicar, a andar un camino en el que las oportunidades variaban tantas veces como pasos daba en la construcción de sí misma.
Muy bien, Laura! La comunicación al poder!
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